martes, 12 de enero de 2016

¿Adoctrinar? Pero ¿es que hay alguna duda de quién lleva siglos adoctrinando? #Diario de un ateo #noticias




Una de las grandes falacias de la derecha nacionalcatólica española es su desvergüenza a la hora de utilizar la famosa ley del embudo: tan susceptibles a la hora de sentirse ofendidos y luego sin embargo tan laxos a la hora de justificar su propio comportamiento.

Y el ejemplo más palpable de esa doble moral es nuestra siempre particular lideresa madrileña: una persona que proyecta todos sus defectos en sus rivales políticos, y que con la mayor desfachatez acusa a sus adversarios de sus antidemocráticos comportamientos.

Porque que Esperanza Aguirre acuse al actual ayuntamiento de Madrid de "imponer su ideología, adoctrinar, descristianizar y cambiar las tradiciones" porque los famosos reyes magos de una cabalgata llevaban con unos traje alejados de esa recargada e inverosímil vestimenta, que más bien parece sacada de una película hollywoodiense que de unos supuestos viajeros (por otra parte totalmente ficticios) del siglo I de nuestra sería del todo risible si no fuera tan patéticamente vergonzoso. 

Porque ella misma, sus correligionarios y sus secuaces llevan 2.000 años adoctrinando (con cargo al dinero público irracionalmente malversado) al repetir a nuestra infancia, año tras año y curso tras curso, ese infumable cuento de la zarza ardiente, la paloma extraterrestre y su hijo zombi, las serpientes parlantes, los gorrinos endemoniados, las separaciones de las aguas, la manzanas del conocimiento, los patéticos milagros de panes y peces y aguas que se convierten en vino, los diluvios universales y esa casi infinita retahíla de sandeces, escritas en la Biblia y repetidas hasta la saciedad por los sotanados de toda época y condición, cuentos únicamente aptos para los más débiles mentales miembros de nuestra escasamente pensante especie. Y aún así nuestra incalificable aristócrata de medio pelo se permite el lujo de acusar de adoctrinamiento. ¡Ver para creer!

Estimada Sra. Lideresa, a ver cuando se entera usted que su religión (esa que con tanto ahínco defiende y que durante su mandato nos intentó meter con calzador hasta en la sopa) es uno de los conjuntos de estupideces más monumentales que ha dado lugar la siempre febril mente de la humanidad, mitos inventados allá por la ya lejanísima Edad del Bronce por unos pobres e ignorantes pastores de cabras, por unos cuidadores de ovejas más analfabetos que un cubo, individuos que en el mejor de los casos se acercaban peligrosamente (cuando no sobrepasaban claramente) esa a veces tan débil frontera entre la cordura y la más desbordante demencia, con el único fin de poder sobrellevar las frías y aburridas noches de los desiertos palestinos. 




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