La religión es quizás la única faceta de la vida en la que la ignorancia se lleva y hasta se proclama con orgullo, ya que no hay mayor virtud para un creyente que bloquear el raciocinio y dejarse llevar por los escritos de profetas dementes bajo cualquier mínimo examen psiquiátrico, reglas inventadas por analfabetos de hace siglos o milenios y que es más que evidente que no sirven para nada en una sociedad moderna del siglo XXI.
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