Está más que demostrado que la Religión lleva varios siglos (esos mismos en los que la Ciencia ha ido desplegando su cada vez más aplastante poder explicativo) en un retroceso continuo, en el que ha ido abandonando trinchera tras trinchera, a medida que infinidad de "explicaciones" religiosas no sólo han sido refutadas, sino que han quedado como simples delirios de mentes infantiles cuando no profundamente enfermas. Y así, cualquier creyente con una mínima decencia intelectual sólo tiene un "argumento" (pobre y cada vez más insignificante) al que agarrarse, como un clavo ardiendo, mientras observa que uno a uno de los torreones de la mitología van siendo derruidos hasta sus más débiles cimientos: el ya viejo y penoso "Dios de los huecos".