Autor: Hover Beltran
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El Tomate, en el siglo XVI fue un viajero suramericano sin papeles, que paso muy desapercibido sin tener una identidad cultural propia en la gastronomía europea, que con el tiempo se fue abriendo espacio y se fue convirtiendo en un producto básico y esencial en la alimentación actual, sus primeros ejemplares llegaron al antiguo continente por medio de la conquista de las Américas, y se dispensaron por toda la cuenca del mediterráneo. Las plantas al no poderse mover y en su lucha por la supervivencia se adaptaron a diferentes condiciones ambientales, y "correr no es una forma de huir", les ha permitido ampliar y almacenar su información para tener una habilidad excepcional de desarrollar sus propios mecanismos que permiten soportar y contrarrestar cuando están amenazadas. Las plantan actúan al mejor estilo de una colmena de abejas, pueden percibir cualquier amenaza que las ponga en riego, y comienzan a dirigir sus recursos para poder defenderse, estas formas de defensa pueden ser tanto en su aspecto como en su ADN, de modo que la diversificación fue el resultado de adaptación a condiciones subóptimas de algunas variedades de tomate en el sur de Europa.
Los seres humanos cuando tenemos una ausencia o abundancia de algo, por ejemplo, de dinero, entramos en una etapa que muchas veces no sabemos que hacer con ello, bueno, aunque algunos no; las plantas les suceden los mismo (aunque son mucho mas eficientes), pero con sus nutrientes esenciales para sobrevivir, a esto se le denomina estrés. El agua es uno de los factores más importantes para el desarrollo de las plantas, por lo que su carencia constituye una de las principales fuentes de estrés, las plantas de tomate han desarrollado diferentes estrategias que les permiten adaptarse o tolerar la ausencia de agua e incluyen modificaciones en el crecimiento, el desarrollo, cierre de estomas y cambios en los mecanismos que dan las ordenes para que se haga determinada acción de defensa que se activan al estar sometidos a la ausencia de agua.
En el marco del proyecto TRADITOM (http://traditom.eu/es/), financiado por la Unión Europea dentro del programa H2020, se ha examinado exhaustivamente el tomate, evaluando su tamaño, las hojas, su forma de crecimiento, el color del fruto, el clima y el suelo, en la zonas donde crece, además de examinar su ADN y la relación que tiene con cada uno de estos componentes, encontrándose 1700 variedades tradicionales de tomate europeo, de toda esta colección de plantas se seleccionaron las que estabas mas adaptadas a condiciones de calor y aridez que se dan durante el verano, apareciendo nombres como "Penjar", "Da Serbo", "Ramallet", "Piennolo", o "D'appendere", conocidos históricamente por estar cultivados en condiciones de restricción de agua.

