Aunque mucha gente lo desconoce (incluso en la actualidad) allá por mediados del lejano siglo XVII un brillante científico sentó las bases de la neurología y con ello comenzó a destruir ese absurdo concepto filosófico-teológico del alma que tan errónea como trágicamente ha dirigido los destinos de esta más que egocéntrica humanidad durante milenios.
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