martes, 11 de septiembre de 2018

El increíble mundo de las etiquetas pseudocientíficas (IX): los come-cosméticos #Scientia #noticias


Llevo más de una semana "encamado" con la dichosa neumonía así que necesito reírme para rebajar el mal humor que tengo. Para ello he decidido retomar la serie más hilarante que tiene este blog: "El increíble mundo de las etiquetas pseudocientíficas".

Para los recién llegados a Scientia les recuerdo las reglas del juego que seguimos en las 8 anteriores ediciones que tanto gustaron a los lectores de este blog (IIIIIIIVV, VI, VII y VIII).

  1. Yo les presento 7 etiquetas o reclamos publicitarios que emplean diferentes casas comerciales para publicitar extrañas propiedades de sus productos empleando la jerga científica que tanto parece gustar al consumidor.
  2. A continuación ustedes votan en una encuesta que  la que más le ha gustado, bien sea por su nivel de surrealismo, su "rigor científico" o por lo que se lo ha currado el departamento de marketing de la empresa en cuestión.
  3. Luego dejan un comentario justificando el por qué de su elección. No se enrollen. Al grano.
  4. De cara a preparar la siguiente edición de "El increíble mundo de las etiquetas pseudocientíficas", se recompensará con una suscripción gratuita al blog durante un año a todos aquellos que aporten nuevas etiquetas. Envíen un correo con las etiquetas que más les hayan fascinado a la dirección joselopeznicolas@gmail.com. Muchos lo han hecho y están encantados con "su regalo".

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¿Y cuál es la tema sobre el que girarán las etiquetas de hoy? Tras dedicarle anteriores ediciones a sectores tan disparatados como los estrambóticos tipos de sales que podemos encontrar en el supermercado, las más surrealistas aguas minerales, el mundo BIO, etc. he decidido abordar un sector que me tiene fascinado. Se trata de los come-cosméticos, nombre con el que acabo de bautizar a una gama de champús, geles, cremas, dentríficos, mascarillas, etc. que, cuando leo la publicidad (legal) que aparece en el envase o veo su formato, no sé si se trata de cosméticos o de alimentos. Además, muchos han sido enriquecidos con ingredientes muy parecidos a los de los alimentos funcionales y prometen, al igual que estos, propiedades algo extrañas.

Antes de mostrarles las 7 etiquetas elegidas me gustaría hacer dos advertencias a las empresas que comercializan come-cosméticos. La primera es que espero que nadie confunda estos productos de aseo y belleza con alimentos y los ingiera. No sería de extrañar por la presentación de algunos y, como dice mi hija, "se puede liar parda". La segunda es que antes de prometer que sus productos tienen determinadas propiedades deberían llevar cuidado y leerse el Reglamento (UE) 655/2013 por el que se establecen los criterios comunes a los que deben responder las reivindicaciones relativas a los productos cosméticos. En dicho reglamento se puede leer el siguiente texto:

"Las reivindicaciones de productos cosméticos, explícitas o implícitas, tienen que sustentarse con elementos de
 prueba apropiados y verificables, cualquiera que sea su tipo, incluidas, en su caso, evaluaciones de expertos. Si se utiliza un estudio como prueba, este debe ser pertinente para el producto y el beneficio que se reivindica, debe basarse en metodologías bien diseñadas y ejecutadas correctamente (válidas, fiables y reproducibles) y debe respetar las consideraciones éticas. La evaluación de la aceptabilidad de una reivindicación debe basarse en la ponderación de las pruebas aportadas en el conjunto de estudios, datos e informaciones disponibles, según la naturaleza de la reivindicación y los conocimientos generales de los usuarios finales." 

Más claro, agua. Comencemos:

  • Champú natural con placenta de trigo.

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El tema de los champús de ¡¡placentas vegetales!! es de traca. Muchos de ellos incluso que prometen el crecimiento del cabello…con un par. Trigo, soja, aloe vera…ingredientes asociados a los alimentos suelen estar presentes en este tipo de surrealistas champús. Sobre ello escribí en esta delirante "Carta abierta a una placenta vegetal".

  • Dentífrico de propóleo con 100% natural y holístico que equilibra cuerpo, mente y espíritu.

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Acojonante. Los propóleos son unas mezclas resinosas que obtienen las abejas de las yemas de los árboles, exudados de savia u otras fuentes vegetales y que luego procesan en la colmena como sellante de pequeños huecos, en ocasiones mezclado con cera y para barnizar todo el interior de la colmena. El propóleo se ha utilizado tradicionalmente, por sus propiedades antisépticas y fungicidas, para tratar diversas infecciones. Con el auge de las medicinas alternativas su uso se ha extendido al tratamiento de muchas enfermedades. Según se puede leer en la web de este dentífrico el própolis actúa como regenerador y fortificante de las encías, remineralizante dental y anticaries. Sin embargo la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, tras revisar sus efectos, concluyó que no hay una relación causa efecto entre el consumo de propóleos y la salud respiratoria, actividad antibacteriana, alivio en la garganta, salud intestinal, ayuda al sistema inmunitario, mantenimiento de la salud oral, circulación sanguínea o protección hepática.

Sobre lo de " dentífrico 100 % natural y holístico que equilibra cuerpo, mente y espíritu" no tengo nada que decir. Me supera.

  • Mascarilla Hair Food Banana ultranutritiva.

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Vamos a ver. Con esa foto de bananas en el envase y las palabras FOOD, BANANA y ULTRANUTRITIVA escritas con un tamaño de letra mucho más grande que la palabra "mascarilla" no me extrañaría que cualquiera abriese el tarro y untara su contenido en pan. Si la banana no le gusta esta mascarilla también la tienen en sus variantes alimentarias papaya, goji y macadamia. Tela.

  • Champú vitaminizado con agua de manantial, destilado de manzanilla orgánica y otras cosas.

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Los champús funcionales enriquecidos en vitaminas están de moda…y si encima le añadimos agua de manantial (¿?) y manzanilla orgánica destilada ni les cuento. Eso sí, jamás he visto un estudio que demuestre las propiedades que aportan este tipo de champús sobre el pelo.

  • Mascarilla capilar de cebolla.

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No conozco ninguna persona cuerda a la que no le guste la tortilla de patatas CON cebolla. Es infinitamente superior a la tortilla SIN cebolla. Pero una cosa es la tortilla y otra muy diferente una mascarilla capilar. ¿Para qué la enriquecen con cebolla? Para, entre otras cosas, aumentar el poder antioxidante de nuestra piel. ¿Eso está demostrado científicamente? Que yo sepa, no.

  • Néctar de belleza. Champú ultra nutritivo con aceite de oliva.

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Las palabras néctar y aceite de oliva no podían faltar en esta relación de productos. Están muy de moda… pero en el sector de la alimentación. Da ganas de darle un trago o aliñar una ensalada, cosa que espero no lo haga nadie. Eso sí, no sé a qué se refiere en este caso la palabra néctar ni la función que desempeña en el champú. Tampoco conozco si el aceite de oliva es virgen, virgen extra o refinado. ¿Es eso importante? No.

  • Gel de ducha nutritivo con el doble de vitaminas y proteínas que la leche. 

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Les doy mi palabra que la primera vez que vi este producto me creía que era una botella de leche. ¿Por qué? Por la forma del envase y, sobre todo, por los eslóganes: "Más días de nutrición", "Nutre y cuida", "Alimenta tu piel",… y la mejor: "Doble de vitaminas y proteínas de la leche". Pero vamos a ver,  ¿Qué pinta aquí la leche? ¿Por qué tantas palabras relacionadas con la alimentación en un gel?  En fin…blanco y en botella.

¿Qué les ha parecido este festival de etiquetas pseudocientíficas? Ahora ha llegado su turno. Voten en la siguiente encuesta la publicidad que más le ha gustado, expongan sus comentarios en este blog y, si tienen alguna a mano, aporten su granito de arena para la próxima edición: manden a la dirección joselopeznicolas@gmail.com la publicidad más surrealista que hayan visto.

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Jose

Nota: las fotos han sido cedidas por algunos de mis lectores pero no tengo sus nombres. Si alguien quiere aparecer como fuente de la imagen solo tiene que mandarme un correo.