La muerte el pasado mes de marzo de Sudán, el último macho de rinoceronte blanco del norte, llenó al mundo de desolación. En poco más de 50 años, la subespecie había pasado de unos 2.000 ejemplares a la práctica desaparición, con la supervivencia de dos únicas hembras: Najin, la hija de Sudán, y Fatu, su nieta. Los ojos se pusieron entonces en la fecundación in vitro como última esperanza para salvar a estos animales, y solo unas semanas después tenemos los primeros resultados que podrían llevar algún día a recuperar la especie.
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