En la ultima década, la sequía que castiga a California ha obligado a buscar soluciones imaginativas para ahorrar agua. Una de las más extendidas ha sido la de arrojar millones de bolas huecas de plástico negras a la superficie de los embalses para evitar la evaporación y la formación de sustancias potencialmente cancerígenas por el contacto de la luz solar como el bromato. Solo en la reserva Ivanhoe que abastece a la ciudad de Los Angeles se arrojaron 96 millones de estas pelotas de poliestireno de unos 10 centímetros de diámetro. La evaporación supone la pérdida de hasta un 25 por ciento del agua almacenada para agricultura y consumo humano, así que encontrar una manera de frenarlo parece una buena idea. Pero, ¿cómo de efectiva y sostenible es esta medida?
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