Hoy es la segunda versión de la Marcha por la Ciencia. Esta nació el año pasado, cuando el presidente americano Donald Trump empezó a enfilar baterías contra las políticas ambientales de Estados Unidos — era un grupo ciudadano que presuntamente defendía la ciencia y sus valores.
Pronto caímos en cuenta que la Marcha había sido secuestrada por la anticiencia y que sus promotores estaban más interesados en hacerle oposición a Trump por cualquier cosa —habiendo tantos temas legítimos para hacerlo— que hasta llegaron a defender a terroristas del Daesh llamándolos "personas marginadas", y culpar a la ciencia, aquello por lo que decían marchar, del lanzamiento de la bomba MOAB.
Ha pasado un año desde aquello, y por encima parece que la Marcha ha puesto algo de orden en su casa — aunque todavía tienen bastante por hacer. Por ejemplo, hace unos días, el Twitter oficial de la Marcha compartió un artículo del Seattle Times lamentable:
"As we prepare to join Saturday's March for Science, please understand that by integrating traditional knowledge with Western science, we can solve some of our biggest challenges, including those brought by our changing climate." https://t.co/c6N7aojtAQ
— March for Science (@ScienceMarchDC) April 11, 2018
"Mientras nos preparamos para participar en la Marcha por Ciencia del sábado, por favor entiendan que al integrar el saber tradicional con la ciencia occidental, podemos resolver algunos de nuestros mayores desafíos, incluyendo los que trae el cambio climático" http://seattletimes.com/opinion/indige...
Así que aunque este año ya no están con la ridiculez de la interseccionalidad y las políticas de identidad, su compromiso con la idea de que hay más de un tipo de conocimiento o formas de acceder a él sigue tan vigente como hace un año, y queda patente en esta inexplicable promoción de buensalvajismo.
Según Alex Berezow, escritor científico y miembro del American Council on Science and Health, la Marcha tiene otro problema — no tiene un rumbo fijo, porque ha sido incapaz de sentar posición sobre temas que serían sensibles para la mayoría de la composición de su base:
Si la Marcha quiere ser tomada en serio, tiene que hacer dos cosas.
En primer lugar, debe desarrollar posturas políticas sobre algo más que la investigación sobre armas y el cambio climático. Los científicos dicen que deberíamos construir más centrales nucleares, especialmente si queremos resolver el cambio climático. Los científicos dicen que los transgénicos son seguros. Los científicos dicen que la investigación animal es necesaria. ¿Qué dice la Marcha?
Nada. Permanece en silencio sobre temas de los que el público americano pregunta a menudo. Lo más probable es que esto se deba a que la base de partidarios de la Marcha probablemente se opondría al consenso científico sobre esas cuestiones. Los partidarios más ruidosos de la Ciencia (con C mayúscula) suelen ser los primeros en despreciarla cuando llega a una conclusión que no les gusta.
Segundo, la Marcha debe volverse no partidista. Hay que reconocer que el sitio web dice que "la ciencia no pertenece a ningún partido político", pero no es así como opera en la práctica. Un exorganizador de la Marcha (que desea permanecer en el anonimato) me dijo que renunció porque la Marcha era demasiado abiertamente partidista.
Junto a la energía nuclear, los transgénicos y la investigación animal yo también habría incluido el fracking — otro tema que cuenta con una feroz oposición de los magufos, a pesar de que es científicamente sólido.
A ver si para 2019 los de la Marcha ya han afinado completamente y son capaces de ponerse del lado de la evidencia.
¿Y ustedes, van a marchar?
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Publicado en De Avanzada por David Osorio