Los cristianos menos ignorantes y dogmaticos llevan retorciendo torticeramente el libro donde se plasma la realidad según su supuesta omnisciente divinidad para intentar, de la manera más patéticamente desesperada por cierto, el encajar (aunque sea a martillazos conceptuales) los meros disparates de unos analfabetos mentales de tiempos más que remotos con la cada vez más sólida evidencia científica, que muestra de la manera más descarnadamente aséptica que toda su fe no es más que uno de los mayores errores intelectuales cometidos por algunos de los más delirantes miembros de esta especie que, a pesar de autodenominarse sapiens tan rimbombantemente, muchas veces tiene la altura mental de un anélido.
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