El gran Stephen Hawking acaba de fallecer. Y gracias a la tecnología ha dejado el siguiente legado,
lleno de la humildad que se extrae de un conocimiento científico que indica que aunque los seres humanos somos
meras colecciones de partículas fundamentales
hemos sido capaces
de estar tan cerca de entender las leyes que nos gobiernan a nosotros y nuestro universo
gracias a que, como muy certeramente escribió un viejo filósofo neoplatónico del más que lejano siglo XII:
Somos como enanos sentados sobre los hombros de gigantes para ver más cosas que ellos y ver más lejos, no porque nuestra visión sea más aguda o nuestra estatura mayor, sino porque podemos elevarnos más alto gracias a su estatura de gigantes.
Gigantes entre los que por supuesto se encuentra el propio Hawking, que con su siempre insaciable sed de saber, nos invita a seguir siendo curiosos y a responder a las preguntas que todavía quedan.
Descanse en paz y que su polvo de estrellas pueda volver en un futuro próximo a reciclarse en otro gigante de la Ciencia.