Durante los últimos cinco años, los exsacerdotes australianos Des Cahill y Peter Wilkinson revisaron la literatura especializada relacionada con la pederastia al interior de la Iglesia Católica.
El resultado de su investigación es un reporte de casi 400 páginas publicado por el Centro para la Investigación Global de la RMIT University de Australia.
Entre sus múltiples hallazgos se encuentra que las políticas de la Iglesia Católica sobre el celibato obligatorio son un factor determinante en que los sacerdotes terminen violando niños — otros factores son la homofobia y el machismo institucionales:
• Aunque no es la causa directa, el celibato obligatorio ha sido y sigue siendo el principal factor de riesgo precipitante para el abuso sexual infantil. Los mejores estudios en todo el mundo muestran que uno de cada 15 sacerdotes cometió el delito, aunque los índices difieren entre las diócesis y las congregaciones religiosas.
• Los niños católicos jóvenes y vulnerables, especialmente los varones, eran y siguen siendo víctimas de la falta de intimidad de los sacerdotes y hermanos religiosos psicológicamente inmaduros, sexualmente privados y profundamente frustrados, en particular los que no han resuelto su propia identidad sexual y cuyo pensamiento está profundamente distorsionado y mutado hacia los niños.
• Aunque la homosexualidad no es una causa directa de abuso, el ambiente profundamente homofóbico dentro de la Iglesia y sus seminarios, basada en la enseñanza de que la homosexualidad es un estado intrínsecamente desordenado y que todos los gays deben llevar una vida de celibato, contribuye a la inmadurez psicosexual.
• Si bien hay otros factores, el riesgo de delito ha sido mucho mayor entre los hermanos religiosos con poco contacto con mujeres —educados en escuelas sólo para hombres y formados para la vida religiosa en instituciones sólo para hombres— antes de ser asignados a escuelas sólo para hombres y vivir en comunidades de hombres. La ausencia de lo femenino y la denigración de las mujeres dentro de las estructuras eclesiásticas es un factor de riesgo clave y subyacente en el abuso.
• Los sacerdotes y los depredadores religiosos se han beneficiado del fácil acceso a los niños en parroquias y escuelas, particularmente aquellos que viven en los presbiterios de un solo sacerdote y con acceso a un automóvil. El riesgo fue especialmente alto en países como Australia e Irlanda, donde históricamente ha habido un gran número de orfanatos y escuelas residenciales.
• El riesgo de depredación es mayor en entornos residenciales. Ese riesgo continúa hoy en día, particularmente en la India e Italia, que tienen una proporción significativa de los 9.500 orfanatos restantes de la Iglesia.
• La decisión del Papa Pío X de 1910 de reducir la edad a la que los niños se confiesan por primera vez a los siete años contribuyó indirectamente a poner a más niños en peligro.
• Los Papas y obispos crearon una cultura del secreto que condujo a una serie de graves fracasos en la transparencia, la rendición de cuentas, la apertura y la confianza, en su empeño por proteger la reputación de la Iglesia como una institución sagrada por encima de todo, incluso a expensas de la seguridad de los niños.
Desde hace unos años venimos abogando por prohibir que los menores de edad sean expuestos a la religión, porque eso es aprovecharse de que los niños —¡muchas veces con apenas días de nacidos!— no pueden tomar una decisión informada, lo que constituye una violación efectiva de su libertad de conciencia y de cultos — vamos, que es un lavado de cerebro en toda regla.
Aunque me parece terrible, entiendo que incluso en el mundo civilizado aún les cuesta trabajo ver a los niños como personas con DDHH que ni siquiera sus padres pueden violar, por más convicción que tengan y convencidos que estén. Ante este tenebroso panorama, no creo que sea mucho pedir que, por lo menos, se prohíba dejar niños solos con representantes religiosos a quienes les exigen celibato.
(vía Friendly Atheist)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio