jueves, 24 de agosto de 2017

Sobre sábanas santas y genética extraterrestre #La Ciencia y sus Demonios #noticias


Hace unas semanas se ha publicado un artículo científico en el que se han analizado unas fibras provenientes del más que famoso lienzo turinés, que los devotos católicos piensan que plasma la figura de su dios. Este estudio abre la puerta a uno de los más grandes descubrimientos científicos de todos los tiempos, la secuenciación de un genoma "extraterrestre".

Desde hace ya casi medio siglo diversos científicos cristianos llevan estudiando la famosa Síndone de Turín, aunque casi nunca exponen sus conclusiones de la manera habitual en Ciencia, es decir enviando sus resultados en una revista científica bajo revisión por pares. Es por ello que el reciente estudio publicado en la revista PLos One es una excepción. En este trabajo, científicos italianos han analizado por microscopía electrónica un fragmento del lienzo, encontrando restos de creatinina (un compuesto que se origina tras fallo renal o daño muscular) y nanopartículas de hierro. Ello sugeriría que la persona envuelta en dicho lienzo podría haber sufrido politraumatismos y múltiples heridas, daños compatibles con las torturas que según el dogma cristiano sufrió su dios. Este artículo ha llevado a algunos creyentes a afirmar que este estudio certifica la autenticidad de la reliquia.

Sin embargo los datos sobre la imagen conocidos desde hace tiempo apuntan claramente en contra de que el lienzo de Turín sea una mortaja, puesto que la melena del sujeto cae hacia abajo y no hacia atrás como sería razonable en un cuerpo yacente, que las zonas de mayor contacto se habrían marcado de manera diferente a las que estuvieran más separadas de la tela, que la sangre del lienzo no difunde por capilaridad o que la cara del sujeto no está deformada por la mortaja sino que se asemeja a las de las pinturas medievales entre otras múltiples inconsistencias. Todo ello permite sugerir que el procedimiento de fabricación de la reliquia consistió en envolver con la tela una estatua o un bajorrelieve previamente empapado con gotas de sangre colocadas estratégicamente para dar mayor realismo.

Es más, la datación por carbono realizada en 1989 indicó que el lienzo fue fabricado entre los siglos XIII y XIV. E incluso que, tal y como indica el escritor Juan Eslava Galán en su libro "El fraude de la Sábana Santa y las reliquias de Cristo", en 1389 el obispo de Troyes envió una carta al papa Clemente VII informándole del engaño y descubriendo al autor intelectual de esta falsificación:

El deán de Lirey, con engaño y maldad, movido por la avaricia, no con fines devocionales sino por codicia, proveyó su iglesia con un paño pintado con artificio, en el cual, de un modo ingenioso, estaba pintada una doble imagen de hombre por delante y por detrás, asegurando falsamente que era el sudario mismo en el que fue envuelto nuestro Salvador Jesucristo en el sepulcro, en el cual la imagen del Salvador con sus heridas había quedado impresa. Y esto fue divulgado no sólo en el reino de Francia sino en el mundo entero, por lo que acudían gentes de todas las partes del mundo. Y aun fingían milagros de curaciones en la ostensión del sudario […] finalmente, el obispo de Troyes, tras una diligente investigación, descubrió el fraude, y cómo dicho lienzo había sido artificialmente pintado, siendo la verdad atestiguada por el artista que lo había pintado. En suma, que aquélla era obra de habilidad humana y no cosa milagrosamente realizada u obtenida […] El deán y sus cómplices […] viendo descubierto su engaño, ocultaron y enterraron dicho lienzo […] manteniéndolo oculto, enterrado cerca de treinta y cuatro años hasta el presente.

Sin embargo lo más increíble de todo este ya viejo asunto es que, en una época en donde es más que habitual analizar el genoma completo proveniente de más que minúsculas muestras de sangre, no ya del siglo I o del XIII sino de homínidos que vivieron hace decenas de miles de años, ningún experto cristiano se haya decidido a realizar tan magno como santo ensayo. Estudio que de culminar con éxito rendiría una información única, como sería el análisis del material genético de un híbrido extraterrestre, descubrimiento que no sólo ocuparía las portadas de las mejores revistas científicas del mundo, sino que además catapultaría a sus realizadores con toda seguridad a los anales de la Historia, amén de conseguir el siempre tan ansiado Premio Nobel.

Aunque quizás, nadie quiera hacer este experimento que estaría más que condenado al fracaso. Esto es así porque previamente algunos expertos sindonólogos han indicado que esa "preciosa" sangre sería del grupo AB, lo que plantea un problema genético. El sistema ABO está controlado por un gen localizado en el cromosoma 9 que puede presentarse en forma de tres alelos diferentes.

Como cada individuo tiene dos cromosomas 9, cada uno de ellos heredado de cada progenitor existen 6 posibles genotipos: 00, 0A, 0B, AA, BB y AB. Por tanto si la sangre del lienzo de Turín es AB, sólo cabrían dos posibilidades para explicar la naturaleza milagrosa del sujeto. Primera, que los entes supernaturales del tipo palomas santas tuvieran cromosomas 9, o al menos genes A o B (dependiendo de cuál de ellos hubiera heredado por línea "paterna"). Y segunda, que los dos genes en cuestión, y por tanto los dos cromosomas 9 y por extensión el resto del genoma de Jesucristo fuera heredado únicamente de su madre, María con la consiguiente ingeniería genética celestial necesaria para dar lugar luego a un macho sapiens: sustitución de uno de los cromosomas X maternos por un cromosoma Y de origen ¿"extraterrestre"? y cuantas otras modificaciones fueran necesarias para que el elegido fuera el hijo (y no la hija clónica de su madre) de dios.

Aunque en ciencia siempre es sensato tener a mano la famosa navaja de Ockham para no perderse en elucubraciones vacías, lo que en este caso implicaría razonar que el padre del "ungido" fue un simple humano de grupo sanguíneo A o B, bien el llamado José o quizás algún otro habitante de Nazaret algo menos santo, que por algo el carpintero al enterarse del embarazo resolvió divorciarse de María en secreto para no exponerla a vergüenza pública (Mateo 1,19).

Entradas relacionadas: