Que la religión y la enfermedad psiquiátrica están separadas por una más que delgada línea es algo más que demostrado, pero no por ello dejan de sorprender esos piadosos extasiados en plena misa que se mueven de la manera más que inconexa, de tal manera que no hay ninguna diferencia entre esas "celebraciones" y los comportamientos de los enfermos más desquiciados de los recintos psiquiátricos de alta seguridad.
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