Post escrito por Samuel Barberà, alumno del máster de Biotecnología Molecular y Celular de Plantas que organiza el IBMCP.
Cuenta la leyenda que existía un manantial con poderes curativos y rejuvenecedores, que era capaz de sanar al herido más grave y rejuvenecer al más viejo. Durante milenios, hechiceros, magos, alquimistas y exploradores han buscado desesperadamente estas aguas. Fiándose de mapas poco claros y de canciones de tribus indígenas, se aventuraron en las selvas más salvajes y se adentraron en las mismísimas entrañas de la tierra en busca de la inmortalidad.
Pues bien, los agricultores se ven obligados a comprar semillas a las empresas con mucha asiduidad debido a que las que compraron ya no germinan bien o, directamente, ni germinan. Esto es debido a la pérdida de viabilidad que sufren. De hecho, se podría definir la longevidad de las semillas como el periodo de tiempo por el cual una semilla es viable y puede germinar. Evidentemente, esta viabilidad va disminuyendo con el paso del tiempo (nadie es inmortal, que sepamos y por ahora). De ahí que sea interesante estudiar las causas de la longevidad y los factores que están involucrados en ella.
Actualmente, empleamos la planta modelo Arabidopsis thaliana para llevar a cabo nuestras investigaciones. Concretamente, en nuestro laboratorio, estamos centrados en una capa de células rellenas de suberina (sí, efectivamente, corcho) que poseen sus semillas. La deposición de suberina está mediada por unas enzimas llamadas "peroxidasas". Si se aumenta la cantidad de estas enzimas en las células, sería de esperar que hubiera una mayor deposición de suberina. Pero, ¿por qué es interesante esta capa celular y no otra? Porque actúa como barrera para la entrada de oxígeno, lo que permite que el embrión de la futura planta tenga menos daño oxidativo y, por tanto, pueda tener más viabilidad.
No obstante, el estudio de la longevidad no sólo es interesante para los agricultores, también lo es para la conservación de la diversidad genética. A nadie le resultará extraño escuchar que los cultivos que tenemos ahora poco tienen que ver con sus parentales silvestres que se hallan en la naturaleza. La agricultura ha contribuido a la llamada erosión genética (pérdida de características que nos podrían ser útiles actualmente). Por ello, se están realizando proyectos de recolección de semillas de parentales salvajes de nuestros cultivares y de otras muchas especies. Si se conocieran los factores que están involucrados en la longevidad, sería posible mejorar las plantas para que sus semillas fueran más resistentes al paso del tempo o, quién sabe, tal vez… ¿inmortales?
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