Una de las fronteras del conocimiento
humano es la física cuántica. Sus postulados son tan sencillos y, en palabras del catedrático José Ignacio Latorre, tan humildes, que se escapa a menudo su profundidad como sucede con los haikus orientales. Para comprender un poco más qué significa para el conocimiento humano la cuántica, la de verdad, no esa que utilizan como muletilla los magufos en sus imposturas cuando quieren dar rienda suelta a sus timos, vale la pena introducirse en esta suculenta propuesta divulgativa de José Ignacio Latorre.La mecánica cuántica lucha desde sus albores por hacernos crecer como especie curiosa, por expandir el universo que conocemos hasta el límite espacial y temporal de Planck. Se trata de un universo nuevo, un mundo en el que las propiedades físicas dejan de ser intuitivas y simples, en el que las partículas individuales se comportan y se rigen por leyes que en apariencia son muy distintas de las que utilizamos, desde Newton, para explicar el mundo macroscópico, ese en el que nos movemos gracias a conjuntos enormes, superiores al número de Avogadro de partículas. Porque todo cuerpo que observamos a simple vista está domeñado por las ecuaciones de la física estadística, la que explica lo que pasa cuando juntamos miríadas de partículas, por ejemplo en cuerpos tan voluminosos como los nuestros.
El relato de José Ignacio Latorre desmiembra nuestra realidad física desde la mirada cuántica; porque se fija en el detalle lingüístico que es imprescindible para delimitar y entender algo como la diferencia entre definir un electrón y explicar sus propiedades; porque logra diseccionar las implicaciones epistemológicas más profundas y augurar el futuro y los límites de las tecnologías cuánticas; porque, en definitiva, explora con facilidad un paisaje cotidiano para él desde hace años y nos lo describe así, con sencillez meridiana pero con la precisión del viajero, del docente experto que no es un neófito turista en estas lides y que se atreve a sacrificar algo de rigor por amenidad, para ampliar así el público potencial de la obra más allá de los físicos. El recorrido en general es tan poético como superficial, aunque no se le puede pedir más en tan pocas páginas, óptimo para lectores que deseen introducirse en el maravilloso mundo cuántico.
Además, entre otras muchas cosas, Latorre desmonta el paradigma de la utilidad, tan vilmente usado contra la investigación básica, transita diversas suertes de enfoques epistemológicos que van del coherentismo al escepticismo más radical, presenta los usos de la cuántica en algunas tecnologías, como las médicas o la metrología, y pasa de puntillas por otras, pues deja con ganas al lector avezado de profundizar más en la criptografía o la computación cuántica y en otros territorios como los vínculos entre el caos y la teoría de la información.
No puedo sino recomendarles la lectura de "Cuántica", especialmente si no saben nada del tema, pero sobre todo si se creen que saben algo. Porque, como en el caso del gato de Schrödinger, quizá descubran en sus operadores de conocimiento que a la vez saben y no saben qué es la cuántica y, diría Feynman, qué significa todo eso. La poesía y magia de la ciencia auténtica les aguarda entre sus páginas.
CUÁNTICA. Tu futuro en juego. José Ignacio Latorre. Ariel. 174 páginas.
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