miércoles, 22 de febrero de 2017

Las elecciones presidenciales estadounidenses del 2020 las ganará Facebook (si no lo ha hecho ya en 2016) #La Ciencia y sus Demonios #noticias


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Las grandes compañías de internet llevan años recopilando datos y más datos cada vez más precisos de todo ser humano que navega por la red o visita las redes sociales. Y la información que los usuarios del ciberespacio vamos dejando es cada día más completa: nuestros gustos, aficiones, pensamientos, opiniones (religiosas, políticas o sobre cualquier otro aspecto social) y todo a tiempo real, información que no sólo vale su peso en oro para cualquier compañía de marketing, sino que puede llevarnos a ceder nuestros derechos políticos a algoritmos que después pueden ser subastados al mejor postor y con ello conducir o alterar el resultado de las elecciones mismas, base del actual sistema democrático occidental.

Todos los días del año, los cibernautas vamos dejando en la red abundantes rastros a tiempo real de nuestra personalidad, gustos y opiniones cada vez que visitamos una página web, cada vez que escribimos un comentario, cada vez que emitimos una opinión en un chat o incluso cada vez que le damos al famoso botoncito del "Me gusta" de Facebook. Porque los servidores de Google o de las restantes multinacionales de la nueva tecnología van almacenando, de manera constante e infatigable en una gigantesca biblioteca cibernética que ya va camino de los Exabytes, todo aquello que hacemos y decimos en la red como bien sabe cualquiera que haya sido preguntado, insultado o hasta perseguido judicialmente (como ocurre en España) por un viejo comentario que no recordaba haber hecho sobre una noticia de un periódico digital o un ya más que olvidado "tweet" fruto de un calentón momentáneo o de una noche de juerga o borrachera; porque la red nunca olvida y todo lo que se dice o se hace queda para la posteridad como si estuviera grabado en la estela de basalto del más que famoso e imperecedero Código de Hammurabi.

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Y la prueba del inmenso conocimiento (y por tanto de poder) que están acumulando estas megacorporaciones cibernéticas puede resumirse en un artículo científico publicado en la prestigiosa revista PNAS hace un par de años (Inciso: al vertiginoso paso al que se desarrolla el área de la minería de datos social, puede que la antigüedad relativa de este artículo esté ya a la altura del famoso tratado de "El Origen de la Especies" darwiniano en el campo de la Biología). Los autores, un grupo interdisciplinar de psicólogos y expertos en computación anglosajones, consiguieron que más de 86.000 personas con cuenta en Facebook completaran un cuestionario de personalidad compuesto por 100 preguntas. Después generaron un algoritmo para

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predecir la personalidad de los sujetos utilizando únicamente los clicks de "Me gusta" que habían realizado los sujetos de la red social en las diferentes páginas web, imágenes y vídeos que permiten esta interacción del cibernauta. Y luego compararon con lo que opinaban compañeros de trabajo, amigos, familiares y cónyuges sobre el sujeto en cuestión respecto a sus respuestas previas sobre personalidad y gustos. Y el resultado no puede ser más inquietante porque el programa informático tan sólo necesitó analizar 10 "Me gusta" para superar las predicciones de los compañeros de trabajo. Sin embargo el algoritmo tuvo que analizar 70 clicks para superar el juicio de los amigos, unos 150 "likes" para hacerlo mejor que las predicciones de los familiares y 300 "Me gusta" para superar a los cónyuges. Teniendo en cuenta que cualquier usuario de esta red social puede haber dado al famoso botoncito cientos o miles de veces en un año, este estudio indica que Facebook puede predecir las opiniones y deseos de más de 1.800 millones de personas mejor que sus propios cónyuges.

¡Vamos, que nadie nos conocería mejor que esta empresa! De hecho, el algoritmo definía a las personas mejor que ellos mismos ya que los investigadores también habían pedido a los propios sujetos que se autodefinieran previamente. Y cuando los autores del estudio compararon la autoevaluación de los encuestados con la predicción del algoritmo teniendo como modelo las 100 preguntas que habían rellenado los sujetos del estudio encontraron que el modelo informático fue más preciso que la propia autoevaluación de los individuos en 4 de las 13 categorías analizadas, entre ellas la más que importante cuestión respecto al nivel personal de uso (o abuso) de drogas. Así que en el fondo, y para evitar el siempre problemático autoengaño humano respecto a importantes temas personales, los autores del estudio indican que en un futuro más o menos próximo, cuando este tipo de algoritmos hayan avanzado un poco más

Las personas podrían abandonar sus propios juicios psicológicos y confiar en los ordenadores cuando tengan que tomar decisiones importantes de su vida, como elegir actividades, carreras profesionales o incluso parejas románticas. Es posible que tales decisiones guiadas por los datos mejoren la vida de las personas.

Y si este tipo de minería de datos psicológica está ya tan avanzada, entonces a nadie se le puede escapar las profundas implicaciones políticas que podría tener su uso privilegiado. Por ejemplo en un país como los EEUU, en donde por su peculiar sistema electoral todos los delegados de un estado elegidos para el Colegio Electoral se los lleva el ganador aún cuando haya sido por un único voto de diferencia, el saber las tendencias políticas y el grado de movilización de los votantes de los diferentes estados o incluso ciudades a tiempo casi real, valdrá su peso en diamantes. Imaginemos la campaña presidencial de 2020. Un candidato compra la exclusividad de uso del algoritmo mejorado de Facebook y el análisis de los datos indica con exactitud cuales son los estados en donde la diferencia es más ajustada y en donde movilizar a unos pocos miles de votantes indecisos de ciertos condados puede dar la victoria a uno u otro candidato. Además el algoritmo no sólo identifica a los individuos en cuestión, sino también el grado de indecisión, junto con sus perfiles socioeconómicos y el resto de ingente información personal que han ido dejando en la red. El equipo de campaña solo tiene que ir recogiendo los rastros y diseñar una publicidad casi personalizada para que esos pocos miles de indecisos clave se sientan por unos díasel centro del universo oyendo todo lo que quieren oír en boca de uno de los candidatos que más bien parece leerles el pensamiento en cada declaración o mitín de campaña, mientras que su rival sigue utilizando las más que rudimentarias herramientas de sondeos y similares. Sería algo así como hacer competir a dos neurocirujanos para ver quien extrae antes y mejor un minúsculo tumor cerebral de dos pacientes: mientras uno de ellos opera con un láser quirúrgico asistido por un microscopio de precisión, el otro tiene que conformarse con una punta de sílex y una lupa de filatélico. ¿Apostaría alguien sobre quien sería el ganador? O a lo peor esto no es ciencia ficción que se hará realidad pasado mañana, si no que ya ha sucedido realmente hace unos meses con el más que incalificable Mr. Trump, digo Sr. Presidente del Imperio.

 

P.D.

Entrada especialmente dedicada al más que genial Isaac Asimov que, allá por el ya lejano 1955, supo novelar como nadie en su breve pero más que acertado relato "Sufragio Universal" el poder de la computación y su aplicación a la psicología predictiva.

 

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