Dentro del siempre disparatado mundo de las pseudomedicinas, el sector de los suplementos alimenticios merece una reseña aparte. En una carrera hacia la nada, cada año aparecen en el mercado cientos de nuevos productos que prometen (por supuesto sin ninguna garantía o credibilidad) que el pobre incauto consumidor que se deje engañar por estos cantos de sirena del "bienestar" será más alto, más guapo, vivirá una vida más sana y más feliz y hasta en algunos casos evitará múltiples enfermedades infecciosas o el siempre temible cáncer.
Y como la lista de estos casi infinitos crecepelos-curalotodo de estos nuevos buhoneros que han abandonado el carromato para vender el siempre "milagroso" elixir hasta en farmacias y por supuesto en el salvaje internet, he seleccionado uno de los a mi juicio más emblemáticos productos milagro: los suplementos de colágeno, porque combinan en un todo disparatado una explosiva mezcla de las más inculta ignorancia con la estafa más manifiesta.
Pero para ello recordemos primero brevemente qué es y para qué sirve el colágeno tal y como lo resume la siempre eficiente Wikipedia:
El colágeno es una molécula proteica o proteína que forma fibras, las fibras colágenas. Estas se encuentran en todos los animales. Son secretadas por las células del tejido conjuntivo como los fibroblastos, así como por otros tipos celulares. Es el componente más abundante de la piel y de los huesos, cubriendo un 25 % de la masa total de proteínas en los mamíferos.
Dichas fibras son el resultado del entrecruzamiento de tres cadenas polipeptídicas mediante puentes de hidrógeno formado una estructura altamente estable denominada tropocolágeno que tal y como se representa en la siguiente figura
puede a su ver ensamblarse en estructuras (microfibrilla, fibrilla, fibra, etc.) cada vez más empaquetadas, densas y de mayor diámetro y resistencia hasta poder convertirse finalmente en por ejemplo los tendones humanos, estructuras que pueden soportar fuerzas de fractura de varios cientos de kilogramos por centímetro cuadrado antes de quebrarse.
Cuando se hierven en agua tejidos ricos en colágeno (piel, pezuñas, huesos, tendones, órganos y vísceras de ganado vacuno, porcino, equino o avícola) estas fibras se desnaturalizan y al dejarse enfriar estas proteínas se convierten en la más que conocida gelatina, secular complemento alimenticio profusamente utilizado por las cocinas de los más diversos países por ser un aditivo rico en proteínas y barato, aunque más que insípido.
Pero hete aquí que unos visionarios empresarios han conseguido convertir lo que en las sociedades opulentas del primer mundo no son más que despojos de carnicerías o pollerías, prácticamente sin valor comercial alguno, en un producto que se vende por internet a unos 36 euros el kilo si se compra en polvo o hasta más de 50 euros el kilo si se adquiere en comprimidos, gastos de envío no incluidos. ¡Vamos ríanse ustedes del precio del mejor solomillo de ternera! ¿Y cómo han conseguido estos más que perspicaces vendedores este verdadero milagro empresarial? Pues como siempre echando mano de la más pura ignorancia científica de la ciudadanía, lo que viene a corroborar que es necesaria muchísima más educación científica en colegios, institutos y medios de comunicación si no queremos vivir en un mundo en el que cuatro desaprensivos estafen de manera más que manifiesta al conjunto de una ciudadanía cada vez más ignorante en materia científica.
Y no se crean que esta estafa tiene un elaboradísimo truco, ya que únicamente se basa en tres o cuatro datos y medias verdades. Así por ejemplo en una web del ramo se indica que
El colágeno […] es un elemento esencial para mantener el buen estado de huesos, tendones y músculos, pero con la edad disminuye progresivamente. Según los estudios realizados, entre los 20 y 30 años se pierde un 1,5% de colágeno por año, llegando a reducirse en un 35% a la edad de 60. Ésta es la frontera temporal en la que se manifiestan las temidas señales del envejecimiento: la piel y el cabello pierden su elasticidad y surgen dolores musculares y articulares e insuficiencias circulatorias, entre otras alteraciones.
¿Y qué hay que hacer para compensar esta pérdida? pues en la misma web se nos ofrece la solución
La deficiencia biológica de colágeno puede ser compensada mediante un aporte complementario de esta proteína. Es aconsejable que elijas el suplemento de colágeno que mejor se adapte a tu estilo de vida. Si llevas un ritmo diario muy rápido, los preparados líquidos o en cápsulas serán los más convenientes. Algunos expertos recomiendan tomar una combinación de ambos. El desayuno es el momento ideal para tomar suplementos alimenticios, ya que las proteínas se asimilan mejor por la mañana. Debes considerar ante todo las distintas opciones y sus costos. Tomar colágeno en complementos es una medida efectiva, pero hace falta paciencia. Las mejoras en tu piel y tus articulaciones no serán drásticas ni inmediatas, lo cual no debe desanimarte. Pasados unos meses empezarás a notar las diferencias.
Dejando de lado el vergonzoso argumento del timo de que "no te apures si no observas mejoría alguna, tu sigue comiendo pezuñas, huesos y pieles trituradas", en estas webs nunca se entra en la más simple biología de la enseñanza secundaria, ya que desmontaría toda la estafa.
Como debería ser bien sabido por cualquier persona con unos mínimos estudios o interés por la biología, la digestión es el proceso por el cual los alimentos ingeridos se degradan y se transforman en sustancias más sencillas que pueden ser absorbidas a través del intestino. En el caso particular de las proteínas, diversas enzimas tanto del estómago (pepsina) como secretadas por el pancreas hacia el intestino (tripsina y quimotripsina entre otras) convierten las cadenas proteicas de cualquier longitud y origen en aminoácidos libres que son absorbidos posteriormente.
Es por ello que da igual ingerir cualquier tipo de carne, todas sus proteínas independientemente de su origen y estructura original acaban convirtiéndose en una mezcla de 20 aminoácidos diferentes, sillares que luego el organismo reutilizará para sintetizar sus propias proteínas a demanda. Así comer colágeno de cerdo (cocinado, en polvo o en pastillas), hemoglobina de pollo, albumina del suero, hígado de bacalao, intestino de vaca, caseína de la leche o proteínas presentes en el trigo, tomates o en el resto de vegetales y verduras, pescados, algas, hongos, crustáceos o cualquier otro ser vivo de lo cientos que el ser humano caza, cría o cultiva da exactamente igual; todas estas proteínas son idénticamente degradadas a aminoácidos (perdiendo su estructura original) y con ellos después nuestro organismo puede formar nuevo colágeno o cualquier otra proteína humana necesaria para nuestra supervivencia.
Otra cosa es que la más que inevitable senescencia conlleve la paulatina degradación de todos y cada uno de los procesos biológicos que nos mantienen vivos e implique el deterioro de las estructuras, organización y mecanismos de todo ser vivo y ahí, la bioquímica del colágeno no puede ser una excepción en este irreversible deterioro, que sobre todo no va a ser ni evitado ni siquiera demorado un segundo porque la gente sea tan estúpida de pagar a precio de oro por lo que en la cruda realidad no son más que los desperdicios que tira al cubo de la basura nuestro carnicero, restos de cuando despelleja y deshuesa a un ternero recién muerto para seleccionar las diversas piezas comestibles del animal más apetecibles que luego expondrá en el mostrador de su carnicería.
Así que por favor no sean tontos de remate y si quieren pagar 50 euros por un kilo de carne por lo menos que sea de la mejor ternera gallega, de un buey asturiano o de un buen corte de bife argentino, y tómenselos bien regados por un buen vino de reserva chileno, argentino o español, que con toda seguridad les rejuvenecerá lo mismo que el insípido colágeno de pezuñas, pieles y huesos triturados y empaquetados en pastillas, pero no les quepa la menor duda que lo disfrutarán muchísimo más.
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