Artículo publicado por Shannon Hall el 3 de febrero de 2016 en SPACE.com
Parece cada vez menos probable que un enjambre de cometas, o una “megaestructura alienígena”, puedan explicar la extraña atenuación de la lejana estrella.
La estrella (conocida como “Estrella de Tabby”, en honor a su descubridora, Tabetha Boyajian) llegó a las portadas el pasado octubre cuando Jason Wright, astrónomo de la Universidad Estatal de Pennsylvania, sugirió que podría estar rodeada por algún tipo de megaestructura alienígena. Una idea más probable — aunque una menos apasionante — es que la estrella estuviese orbitada por un enjambre de cometas. Pero los científicos no pueden estar seguros de ninguna de ellas.
Ahora, Bradley Schaefer, astrónomo de la Universidad Estatal de Louisiana, ha estudiado el comportamiento de la estrella durante el pasado siglo observando viejas placas fotográficas. No sólo la bajada aleatoria de brillo en la estrella data de hace más de un siglo, sino que también se ha estado atenuando gradualmente durante dicho periodo — una segunda restricción que hace que la explicación sea más compleja.
Las primeras señales de que esta estrella no era normal llegaron procedentes del telescopio espacial Kepler de la NASA, encargado de la búsqueda de planetas, que monitorizó continuamente la estrella (así como otras 100 000) entre 2009 y 2013. Los astrónomos, científicos ciudadanos, y ordenadores pudieron entonces buscar bajadas regulares de brillo en la luz de la estrella — una señal de que un exoplaneta ha pasado frente a la estrella. Los planetas más grandes apenas podrían bloquear un 1 por ciento de la luz estelar, pero la estrella de Tabby mostraba un descenso de hasta un 20 por ciento en su brillo. Esto, por sí mismo, ya sería extraño, pero las atenuaciones periódicas no sucedían en intervalos regulares de tiempo — eran esporádicas. La señal no podía estar provocada por un planeta, señalaron los científicos.
En septiembre, un equipo liderado por Boyajian, becaria de posdoctorado en la Universidad de Yale, trató de dar sentido a la inusual señal. Primero, los investigadores buscaron por todas partes algo que pudiese indicar que hubiese algún error en los propios datos. Incluso los comprobaron con los científicos de la misión Kepler, pero todo estaba correcto. “Los datos que estábamos viendo con Kepler eran, sin duda, astrofísicos”, comenta Boyajian a Space.com.
Aun así, nada en las observaciones indicaba qué podría estar provocando esta interferencia extrema. Tras considerar muchos escenarios posibles, Boyajian determinó que el polvo procedente de una gran nube de cometas era la mejor explicación. Pero admite que “es una exageración tener cometas que son lo bastante grandes como para bloquear tanta luz de la estrella”. Con su artículo publicado, esperaba que otros astrónomos apareciesen con soluciones alternativas.
Y lo hicieron. Un mes más tarde la estrella saltó a la fama cuando Wright anunció que una civilización extraterrestre avanzada podría ser la responsable de la señal, suponiendo que esta civilización hubiese construido una megaestructura, como paneles solares, alrededor de la estrella. Y Boyajian cree que la teoría definitivamente merece la pena un seguimiento.
“Tenemos que revisar todas las posibilidades que podamos — y me refiero a todas, por muy alocadas que parezcan”, comenta. El bloguero de Slate y astrónomo Phil Plait, también admite que “aunque es increíblemente improbable, encaja bien con lo que estamos observando”.
Sin embargo, un seguimiento tratando de encontrar señales alienígenas, no dio resultados positivos.
Por lo que Schaefer se centró en las viejas placas fotográficas procedentes de Harvard College Observatory. Por suerte para él, la estrella se fotografió más de 1200 veces como parte de un estudio de todo el cielo entre los años 1890 y 1989. Ese gran conjunto de datos reveló que la estrella de Tabby estaba actuando de un modo muy extraño en más de un aspecto: parpadeaba en escalas de tiempo cortas, como demostraban los datos de Kepler y Harvard, y se estaba atenuando a lo largo del paso de un siglo, según se aprecia en los datos de Harvard.
“La navaja de Ockham [la explicación más simple es la más probable que sea cierta] tiene que tenerse en cuenta en un escenario como éste”, apunta Boyajian. Un único fenómeno debe estar provocando ambos comportamientos, añade. Pero, ¿cuál?
Bien, los resultados no pintan bien para una familia de cometas. Se necesitaría que un inmenso número de ellos pasara frente a la estrella durante un siglo, dicen los astrónomos.
“Tendrían más masa de la que hay en el Cinturón de Kuiper” [el conjunto de cuerpos helados que se hallan en una vasta región más allá de Neptuno], señala Massimo Marengo, profesor adjunto de astronomía en la Universidad Estatal de Iowa, y coautor de un artículo que apoyaba la teoría de los cometas del pasado diciembre.
“Puedes solventar eso si supones que es la misma familia de cometas pasando frente a la estrella una y otra vez”, explica Marengo a Space.com. Pero con una tendencia de atenuación a lo largo de un siglo, la familia de cometas tendría que ser más grande cada vez que pasara frente a la estrella. “Es difícil hacer eso”, comenta.
Los resultados también cambian los requisitos para la hipótesis de la megaestructura alienígena. Plait señaló que la atenuación general es lo que se esperaría si los alienígenas estuviesen construyendo una enorme esfera alrededor de su estrella. Pero antes de que te entusiasmes, ten esto en cuenta: Plait calculó que se necesitaría construir un mínimo de 750 mil millones de kilómetros cuadrados de paneles solares para explicar la atenuación de un 20 por ciento en el brillo estelar. “Esto es más de 1500 veces el área de todo el planeta Tierra”, escribe Plait. “¡Vaya!”.
Por tanto, los astrónomos ahora tienen que esperar que futuras observaciones arrojen luz sobre esta rareza estelar. “La naturaleza puede ayudarnos creando uno de estos eventos”, apunta Marengo. “Pero, a veces, no tenemos suerte”.
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