La iglesia católica lleva siglos defendiendo que su lugar está al lado de los pobres y que tiene la exclusiva de la moral. Y por ello en innumerables ocasiones los jerarcas católicos nos hablan de la maldad de la guerra y del pecaminoso sexo. Pero luego por supuesto toda esta moralina se queda en nada cuando se escarba en el interior de esta pútrida institución.
Así mientras de cara a la galería pontifican sobre lo bueno y lo malo, la moral y el vicio, después esta “santa” madre iglesia no tiene reparo alguno en explotar a niños en trabajos de adultos como denuncié ayer mismo o en disponer de miles de millones de euros en inversiones de las más variadas multinacionales, independientemente de a qué se dedican.
De tal manera que como denuncia el periodista mexicano Raúl Olmos en su último libro "El imperio financiero de los Legionarios de Cristo" los muy cristianos seguidores del obispo pederasta Maciel tienen cientos de millones de euros invertidos en empresas de los más amorales sectores económicos: la industria armamentística, con acciones de United Technologies Corporation (que fabrica motores de aviones de combate y misiles) o Ametek Inc., especializada en componentes electrónicos usados en los más diversos tipos de armamentos;
empresas del sector del juego (Wynn Resorts); fabricantes de bebidas alcohólicas como Diageo, Constellation Brands o Heineken; e incluso invierten en los más que anticristianas y pecadoras empresas fabricantes de anticonceptivos como las multinacionales Johnson & Johnson y Pfizer.
Pero eso sí, luego deberemos guardar debida compostura y respetuosa atención cuando el obispo de turno nos sermonee sobre ética o moral, porque si no rápidamente podemos ser acusados de fanáticos e intolerantes ateos enemigos de la siempre santa y bondadosa madre iglesia católica.
Fuente
Diario de un ateo
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