domingo, 30 de agosto de 2015

El etiquetado de los productos homeopáticos: una propuesta. #La lista de la vergüenza #noticias


Bien pensado, la homeopatía es quizá el mayor triunfo del capitalismo: los fabricantes de productos homeopáticos no solo han conseguido montar un negocio muy rentable vendiendo productos que en realidad no sirven para nada, sino que además se las han apañado para que muchos de sus clientes les defiendan a capa y espada como si fueran ONG, e incluso para que haya quien desde la izquierda identifique homeopatía con democracia, nada menos.


Lo malo (para ellos) es que una de las finalidades de las leyes es precisamente evitar abusos como los que cometen, y aunque el sistema no funciona ni muchísimo menos como debiera (algo sobre lo que hablaremos dentro de unos días en el Ateneo Navarro), los vendedores de agua memorizada se están encontrando últimamente con un obstáculo con el que no contaban: la legislación sobre protección de los consumidores frente a la publicidad engañosa. En los últimos años Boiron ha tenido que gastarse una millonada en un acuerdo para frenar las demandas de los consumidores en EEUU, otras compañías van por el mismo camino, e incluso Heel ha anunciado su retirada de aquel mercado por ese motivo (aunque mantiene su presencia allí mediante una empresa “de usar y tirar”). Y ahora, encima, la Comisión Federal de Comercio ha pedido a la FDA que tenga en cuenta la cuestión de la publicidad engañosa a la hora de elaborar una nueva regulación de los productos homeopáticos.


Todas estas noticias proceden de EEUU y de momento tienen poca repercusión en Europa, pero siempre cabe la posibilidad de que nuestros políticos, llevados de ese espíritu de imitación tan tradicional, decidan dejar de protegernos de peligros imaginarios y hacer algo para restringir estos timos legales.


Vamos a imaginar, por ejemplo, que la Unión Europea adoptase una postura similar a la de la Comisión Federal de Comercio. Como explica la entrada de Luis Alfonso Gámez, el documento enviado por la Comisión a la FDA (que pueden consultar en pdf aquí) se centra básicamente en tres problemas de la regulación actual:



  • Los consumidores pueden confundir los productos homeopáticos con medicamentos de verdad.

  • La regulación puede dar la impresión de que los fabricantes o la FDA han comprobado si los productos homeopáticos son eficaces.

  • La terminología empleada en los envases de productos homeopáticos es confusa y poco informativa.

La propia Comisión cita un estudio (pdf aquí) sobre envases que permiten comprobar que esos problemas son reales, apuntando algunas soluciones.


Pero en lugar de comentar ese estudio, vamos a hacer algo (creo) más didáctico: vamos a verlo con un ejemplo. Para ello hemos inventado un producto homeopático como los que pueden encontrarse en muchas farmacias españolas (en otras, más éticas, no). Debo insistir en que se trata de un producto totalmente de fantasía, porque por supuesto nadie con un mínimo de conocimientos de química, física o farmacología creería que esta cosa pudiera funcionar como medicamento. Con todos ustedes, el Patitococcinum:



Patitococcinum
Patitococcinum. Cualquier parecido con un producto existente en el mercado no es pura coincidencia. | El “Patitococcinum”, un medicamento ficticio.


Como pueden ver, el envase del Patitococcinum cumple con los requisitos que hoy en día se exigen a los productos homeopáticos: la caja aparenta ser la de un medicamento, el potingue pone bien claro “Medicamento homeopático”, y no aparece ningún número de Autorización porque a día de hoy estos productos siguen sin estar legalmente autorizados.



patitoreverso1
Reverso del envase. Contiene los datos usuales en este tipo de productos.


En el reverso estamos en las mismas: la composición se indica en jerga homeopática, la posología y el modo de empleo siguen el patrón de los medicamentos reales, y hasta las advertencias son las propias de un fármaco.


Vamos, que estamos justamente en la situación que tanto preocupa a la Comisión Federal de Comercio. Pero ¿podríamos arreglarla?


Pues en parte sí. Por ejemplo, en cuanto a que los consumidores crean que se trata de un medicamento de verdad, quizá se podría hacer algo con un poco de trabajo de diseño. En mi propuesta los elementos gráficos apenas varían, pero cambiando unos términos por otros más correctos y usando una tipografía adecuada creo que se reduce el riesgo de confusión:



Propuesta de nuevo envase (anverso), con grafía más propia de su verdadero carácter de chucherías.
Propuesta de nuevo envase (anverso)



En cuanto al reverso, mi humilde propuesta (perfectamente mejorable, lo sé) incluye una explicación de la composición del producto más comprensible y correcta, unas indicaciones de uso más realistas e incluso un detalle muy importante que ya ofrecen muchas grandes superficies: la aclaración del precio de venta por kilo:



Propuesta de nuevo envase (reverso) que sustituye la explicación de la composición, la posología y las advertencias por otras más correctas
Propuesta de nuevo envase (reverso)



Insisto en que se trata de una propuesta modesta y susceptible de mejora, así que si ustedes tienen alguna sugerencia les ruego que la dejen en los comentarios. Yo, por mi parte, voy a concentrarme en el problema de los tubitos dispensadores, porque me he encontrado con que el modelo que yo había pensado ya ha sido utilizado por otra empresa…


Dispensador homeopático de la marca "Pez"




CORRECCIÓN: Las matemáticas de la homeopatía pueden ser muy traicioneras, y eso es justamente lo que me ha pasado: al transcribir la composición del (supuesto) principio activo del producto a un formato comprensible me han faltado ceros. Muchos ceros. Resulta que la composición son los restos del pobre pato diluidos no a 200 X, es decir, diluidos 200 veces a una proporción de 1/10, sino a 200 K, o sea, 200 veces utilizando el método de Korsakov.


Resulta chocante que algunos homeópatas pretendan justificar su creencia hablando de microclústeres o nanopartículas y ni siquiera sean capaces de ponerse de acuerdo en cuántos son los golpes que precisa una “dinamización” para dar lugar a tan delicadas estructuras. Pero la palma de la indefinición se la lleva el método korsakoviano, que realiza las diluciones llenando un recipiente, vaciándolo y usando las gotas que quedan adheridas en el fondo y las paredes como base para la siguiente dilución. Evidentemente, con ese método es imposible saber a cuánto equivale cada dilución (entre otras cosas porque dependerá de la superficie interior del recipiente, sus características, la tensión superficial del líquido…), de modo que en el mundo real sirve como mucho para echar unas risas, pero en el mundillo de la homeopatía se emplea bastante, sobre todo por su comodidad a la hora de realizar “altas diluciones”.


¿Cómo de altas? Pues como nadie parece tener mucho interés en ponerse a hacer cálculos, suelen emplearse métodos tan ojimétricos como el propio sistema korsakoviano, de modo que hay quien estima que 1K equivale a 1CH o 1/100, hay quien considera que es vale 1,5 CH o 1/150, y, bueno, hay quien dice que da igual ya que lo importante es el número de pasos y no el grado de dilución que se alcanza en cada uno de ellos. Y hay que reconocer que, a los niveles del Patitococcinum, no les falta razón: después de unos pocos pasos los restos mortales del patito desaparecen completamente, de modo que los restantes son solo ganas de marear la perdiz el pato al consumidor mostrándole cifras que parecen indicar una potencia medicinal impresionante, cuando la realidad es justo la contraria.


Sea como sea, está claro que los 200K de nuestro Patitococcinum no equivalen a una dilución del


0,000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.001 %.


Ni mucho menos. La cifra correcta (asumiendo el valor más modestito que se le da a la dilución korsakoviana, 1/100) sería


0,000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.


000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.01 %


Lo cual nos ha obligado a modificar un poco el envase, añadiendo una pestaña desplegable en la que albergar tanta nada junta:



Reverso del nuevo envase corregido para poder mostrar el chorro de ceros.
Reverso corregido del nuevo envase


Vale.


La entrada El etiquetado de los productos homeopáticos: una propuesta. fue escrita en La lista de la vergüenza.






La lista de la vergüenzaFuente
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Abogado, aspirante a divulgador científico, escéptico y friki. Comisario de la exposición La Fortaleza del Anillo en el Castillo de Santa Bárbara (Alicante).