Dice Hawking en su último libro El gran diseño que la filosofía ha muerto y ha sido sustituida por la ciencia, tal vez tenga razón en parte. Antes de organizar el velatorio, recordemos que Voltaire decía en su Diccionario filosófico de 1764, que la filosofía no solo estaba acabada, sino que siempre lo había estado:
He consumido cerca de cuarenta años en mi peregrinación, en dos o tres rincones del mundo, buscando esa piedra filosofal que se llama «la verdad». Consulté a todos sus adeptos de la antigüedad, a Epicuro y a Agustín, a Platón y a Malebranche, y continué permaneciendo en la misma pobreza. Quizás en los crisoles de esos filósofos haya una o dos onzas de oro, pero todo lo demás de ellos es residuo, caput mortuum, fango insípido, con el que nada se puede hacer.
Siempre me ha parecido que los griegos, que fueron nuestros maestros, escribían más para ostentar su ingenio que para instruir. No encuentro un solo autor de la antigüedad que haya seguido un sistema metódico y claro y que camine de consecuencia en consecuencia, tratando de unir y de combinar los sistemas de Platón, de Aristóteles y de los orientales.
Para mi existen formas distintas y enfrentadas de hacer filosofía. Una, la idealista, es heredera de Platón y la escolástica medieval. Otra, la realista y materialista, con una tradición que se remonta a los filósofos naturales griegos, y que es la madre de la ciencia. Tal vez los que dicen, como Voltaire, que la filosofía es un fango insípido e inerte, se refieren a la primera tendencia. Me gustaría ser tan optimista como ellos.
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